miércoles, 7 de marzo de 2018

Para el día de mañana, que es cada día, Mujer Trabajadora


—María, ¿está ya la comida o qué?
En esa María asoma por la puerta del comedor. Porta con las dos manos una escopeta enfocada hacia Pepe. La dispara, y el hombre en el sillón se sacude al tiempo que su interior se exterioriza en forma de lluvia sangrienta, sucesión acompañada del estruendo poco musical que retumba en cada pared. El hombre queda con la cabeza ladeada para siempre.
La mujer desciende el arma con calma, como si ya no soportara el peso. Exhala su interior con un resoplido.
—¡María! ¿Qué no me oyes? ¡Que me traigas una cerveza!
María despierta del ensueño. Está fregando en modo automático. Decide ignorar a Pepe hasta que éste insiste, esta vez acompañado de un crujido del sillón. Deja el vaso, se seca en el paño lo más rápido que puede y se dirige al frigorífico. Una vez abierto, se detiene como hipnotizada observando la luz del interior.
Cuando Pepe está a punto de chillar, María asoma por la puerta del comedor. No lleva la cerveza, sólo porta una expresión de dureza.
—¿Y la puñetera cerveza?
—Me voy a la manifestación. Búscatela tú.
Y María se desplaza y desaparece del marco.
—¿Manifestación de qué? —grita el hombre sin levantarse.
—Por los derechos de las mujeres —María responde desde la lejanía. Se escucha un ruido de llaves.
—¿Qué dices? —dice al tiempo que forma una sonrisa—. Y será verdad.
“Ese es el problema” piensa María “Que no nos toman en serio hasta que es tarde”.
La puerta de la casa se cierra, dejando a Pepe con el eco.

De camino a la plaza central, María observa por las aceras a mujeres que marchan en la misma dirección. De los portales de los edificios van surgiendo más. Camina y observa esa imagen con satisfacción, hasta que se percata que en esa calle hay una tienda de armas de caza. Se detiene en el escaparate y analiza una hermosa arma de doble cañón. Sonríe. Enseguida borra su expresión y piensa que tampoco es solución.
Y continúa su marcha, sabiendo que piedra a piedra se edifican los grandes ideales. Sólo es necesaria la unión que sirva de cemento. Una unión entre todas, y todos.

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